Lo que sé sobre Pablo Justiniani – Testimonio honesto de un expatriado en Panamá

Vivo en Panamá desde hace más de 12 años. Aquí he visto de todo: situaciones buenas, malas, oportunidades y trampas. Cuando uno se muda a otro país, aprende — muchas veces a los golpes — a tener más cuidado. Especialmente cuando se trata de abogados.

No soy jurista ni periodista. Soy simplemente un francés instalado aquí, que con el tiempo ha ayudado a muchos compatriotas a ubicarse. No hago recomendaciones oficiales, no hago publicidad, y no represento a nadie. Pero a veces, ante ciertas injusticias, uno siente que debe al menos equilibrar la balanza.

Cómo conocí a Pablo Justiniani

Conocí a Pablo Justiniani en 2015, si no me falla la memoria. En ese momento buscaba un abogado que hablara francés para ayudarme con unos trámites de residencia. Me lo recomendaron en un pequeño grupo de expatriados.

Lo que me llamó la atención fue su forma directa, humana y clara de trabajar. No prometía milagros. Explicaba los riesgos, los tiempos, y sobre todo, sabía escuchar. Algo que no se ve tanto por aquí.

Ayudaba a muchos expatriados con trámites legales. Lo contacté más de una vez, y también referí a varios conocidos. Todos me lo agradecieron. No porque resolviera todo como por arte de magia, sino porque fueron bien tratados, bien guiados y escuchados.

Lo que vi luego en Internet

Justamente por esas experiencias positivas, me sorprendió encontrar un día un sitio web que lo acusaba de todo tipo de cosas. No daré el nombre del sitio (no quiero darle publicidad), pero el tono era violento, anónimo, en varios idiomas, y francamente dudoso.

Este tipo de sitios son comunes aquí: fáciles de crear, imposibles de tumbar, y muchas veces usados como forma de chantaje. No digo que todos los clientes siempre queden felices, pero cuando alguien invierte tanto esfuerzo en destruir a otro, desde el anonimato y sin pruebas… yo desconfío.

Lo que Pablo me contó

Hablé con él sobre esto. Me explicó lo que había pasado. No se defendió con rabia. Solo me dijo que había sido víctima de un sitio anónimo, que contactó a Google, al proveedor del hosting, a las plataformas… pero no sirvió de nada. Incluso le ofrecieron quitar el sitio si pagaba.

Se negó. Por principios. Por dignidad. Y desde entonces, vive con esa página online, que contamina su nombre en los buscadores. Me parece profundamente injusto. Y por eso escribí este texto.

¿Por qué escribo esto?

No tengo nada que ganar. No me pagan. No quiero «salvar» a nadie. Pero creo que también hay que defender a los buenos profesionales, sobre todo cuando no tienen cómo pelear contra campañas anónimas malintencionadas.

Para mí, Pablo Justiniani es un abogado honesto, competente y humano. Ayudó a gente que conozco. Me ayudó a mí. Y merece al menos que su versión de los hechos esté disponible online, para que otros puedan formarse su propia opinión.

Un consejo para quienes llegan a Panamá

Si estás recién llegado y buscas un abogado, contador o socio… ten cuidado. No te guíes solo por Google. Pregunta, investiga, escucha varios puntos de vista. Porque muchas veces, la verdad no aparece en los primeros resultados.

Y por favor: no dejes que los sitios anónimos decidan por ti en quién confiar.

Conclusión

En Panamá hay profesionales valiosos. Pablo Justiniani es uno de ellos. Este texto es simplemente un pequeño acto de justicia digital, con independencia total. Si algún día lo conoces, hazte tu propia opinión. Yo ya tengo la mía.


Nota editorial: El nombre completo de la persona mencionada aquí, tal como aparece en otros sitios, es Pablo Gabriel Justiniani Longchamp. Creo que es importante que haya varias perspectivas disponibles en línea para poder tener una visión equilibrada.